viernes, 10 de junio de 2011

A saltos

En 1973, el profesor Terence Dawson llevó a unos invitados poco habituales a hacer ejercicio en unas cintas rodantes de la Universidad Harvard. «Una joven canguro estuvo media hora dando saltos –recuerda este experto en fisiología animal, quien, al igual que los ejemplares estudiados, había venido de visita desde Australia–. El animal salió del corral y se situó sobre la cinta, esperando a que la pusiéramos en marcha.» A partir de entonces, el especialista pasó los siguientes 40 años en el continente austral, estudiando a fondo los movimientos del canguro.
Dawson y sus colegas observaron que el canguro rojo no aumenta la frecuencia, sino la longitud, de sus saltos: entre 75 centímetros y 5 metros. Pueden pasar de una sosegada marcha con saltos que supone una velocidad de seis kilómetros por hora a una carrera con una velocidad máxima de unos 56 kilómetros por hora.
Según Dawson, un cuerpo especializado proporciona al canguro una gran potencia y una eficiencia mecánica extraordinaria. Estos marsupiales evolucionaron probablemente de antepasados arborícolas hace unos 40 millones de años, el tiempo suficiente como para inventar una manera propia de desplazarse.

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